Romina Nerguizian

Friday, August 19, 2005

Carta para una princesa perdida en la vía láctea


Vieja Estrella : tu centellear delata un pasado mejor....Siempre estás cumpliendo los mismos rituales: sentarse en el mismo asiento del bus, usar ropa roja en días martes, sumar todos los números de las patentes de los autos, y cuando la obsesión es mayor aún, sumar todos los números de las casas, además de los de las patentes.
Inexorablemente la hora del almuerzo comienza un cuarto para las dos.
Obvio que sentada en la misma silla de la misma mesa con los mismos comensales. Y ésto, durante años.
Palabras (porque no son conversaciones) rotando la misma mirada sobre las mismas vivencias: casamientos, hijos, infidelidades, pero siempre de la vida de los demás.
Parece que la vieja estrella no tiene vida propia; es nada más que un ensamblaje de polvos. Y a partir de ahí: sobrevida. Eso es lo que lleva: una sobrevida a partir de su nacimiento, festejado por sus ancestrales viejas estrellas, paridas cuando no existía el bus, los autos, las patentes, las casas numeradas, las sillas, las mesas. Cuando todavía no existía lo que llamamos conversaciones (¿o palabras?).
Dedicado a todos los que vivimos perdiendo 21 gramos todo el tiempo, aún en vida...
(P.D. : al morir, dicen que pesamos 21 gramos menos. ¿Será que el alma que vivía en nosotros nos abandona definitivamente?)

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